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Una reflexión sobre la eficiencia energética y sus profesionales

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Entendiendo que en el contexto socio-económico en el que se encuentra nuestro país surjan los oportunistas, como tantos de aquellos “curritos” que se hicieron constructores, surge un nuevo “profesional” que se hace llamar asesor en eficiencia energética o asesor energético, que dentro de sus conocimientos entiende que el cambio de iluminación a LED  o un cambio de tarifa eléctrica es hacer eficiente un edificio. No pretendemos con esto más que diferenciar a estos profesionales y empresas afines con el ingeniero/arquitecto experto en eficiencia energética y sus respectivos trabajos, que si bien todos tienen cabida en el mercado, cada uno hace lo que hace.

Para entender las diferencias que atañen al tema, queremos empezar por definir algunos conceptos claves del sector.

Ahorro de energía: consiste en no gastar energía. Punto. Podría apagar toda la luz y electrodomésticos de casa y estaría ahorrando energía. Asimismo cuando cambiamos de distribuidora eléctrica o bajamos la potencia contratada por optimización tarifaria NO estamos ahorrando energía, sí dinero, pero no energía. Y esto por supuesto, no es eficiencia.

Eficiencia energética: consiste en consumir menos o la misma energía pero manteniendo o mejorando las condiciones de confort. Por ejemplo, en casa comprar electrodomésticos de clase A++ es ser eficiente, pero en el sector terciario y en industria la eficiencia energética va mucho más allá que unos simples cambios de equipos.

Una auditoría es el procedimiento mediante el cual se evalúa energéticamente el funcionamiento de una instalación o edificio, se analizan las mejoras energéticas del proceso o equipos e instalaciones y se determinan las inversiones a realizar y sus periodos de retorno, para terminar proponiendo la implantación de aquellas medidas de eficiencia energética y energías renovables más interesantes.

Así pues, aquellas empresas/profesionales que dicen hacer auditorias gratuitas y que lo que hacen en realidad es contabilizar el consumo (sólo en base a las facturas) y/o la iluminación existente en un edificio, deberían indicar que lo que hacen es un inventario y si acaso una propuesta de cambio, dejándose por el camino aspectos fundamentales de una auditoria como el registro de consumos, la termografía, la termohigrometría, la legislación aplicable, la viabilidad técnica del proyecto, la implantación de otras medidas de mejora, etc., y lo que para nosotros es básico, la objetividad en cada auditoria, que sólo es posible cuando el auditor no tiene una comisión de la marca de LED de turno o de la comercializadora eléctrica.

Y aquí el disgusto nos llega cuando quieres hacerle a un cliente una auditoria de verdad, con la que pueda conocer con certeza la realidad energética de su edificio, ya han ido antes estos supuestos asesores y el cliente no está dispuesto a pagar, evidentemente dentro de su desconocimiento, por algo que otros le hacen gratis. Todos tenemos derecho a trabajar, pero señores, no nos carguemos el mercado, que nos queda aún mucho camino por delante.

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